sábado, 27 de septiembre de 2014

Dificultades para deshacerme de algunos objetos



De momento en los seis, casi siete meses que llevo haciendo limpieza, he aprovechado para deshacerme de muchas cosas. Mis armarios, estantes y estanterías están todavía llenos en un 75%, aunque me relaja ver el 25% vacío.

Aunque llevo genial el entra uno sale uno y todas las semanas me deshago de varias cosas con el uno al día, me he encontrado con dificultades para deshacerme de varios objetos. Por un lado mi práctico sentido minimalista me recordaba que estaba ocupando un espacio muy valioso. Mi mente (el ego) intentaba echarme hacia atrás haciéndome ver que era una barbaridad deshacerme de esas cosas.

Un bolso de piel

Me compré un bolso de piel de marrón de rebajas. Era precioso, la piel era de un color chocolate precioso con el mango color camel y pequeños estampados beige. El problema es que parecía un saco y tenía el mango pequeño. Era incómodo de llevar. Tampoco tenía cremallera, se cerraba por arriba dejando un pequeño hueco redondo con el que se podía meter la mano sin facilidad.
Habiendo comprado otro bolso de piel para combinarlo con el calzado marrón (no consigo ir sin combinar bolso y zapatos por más que lo he intentado), decidí que tener dos bolsos de piel marrones era absurdo, con uno es suficiente.
Habré usado ese bolso unas diez o quince veces y tras dos semanas dándole vueltas, decidí regalárselo a una amiga que lo había admirado muchas veces.

Una caja de mármol

Hace años una amiga me regaló una preciosa caja de mármol. El problema de caja es que es pesada como un demonio y me ha rayado algún mueble. La quité de la vista durante unos días hasta que me decidí a abandonarla con alevosía y nocturnidad.
El problema de ambos objetos es que en ambos casos había desarrollado apego. En uno porque el bolso me costó bastante caro adquirirlo. En el otro porque me lo regaló una amiga. En ningún caso he hecho foto para ilustrar el post, lo pasado queda atrás y la vida tiene que fluir. Al perderlos de vista, me recordé que son objetos, nosotros somos los que ponemos sentimientos.
Lo apunté en la libreta de los logros.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Efectos secundarios del minimalismo



Desde que me inicié en el minimalismo, he reducido bastante mis posesiones materiales aunque todavía me queda muchísimo por purgar.  Mis cajones cierran, tengo un poco más y de orden;  y además, estoy notando ciertas conductas que antes no tenía.

Más limpieza.

Nunca he sido una persona sucia y con el tema de la higiene personal soy muy puntillosa. Sin embargo, con el tema de las faenas domésticas he sido un poco dejada. Ahora, la casa está más al día aunque no me pego palizas a limpiar.

Más sensación de ligereza

El hecho de tener menos cosas y empezar a ver huecos en las estanterías y cajones, hace que tenga la sensación de que el aire circula mejor.  Me estresaba con solo mirar los sitios donde guardaba las cosas abarrotados.

Limpieza del alma y la mente

Cuando iba a clase de meditación le conté a la profesora que me había dado por tirar cosas y hacer limpieza. La profesora me dijo que nuestros actos reflejan nuestro interior y limpiaba mi alma con cada pasada de bayeta.

Sentimientos

También he notado que cada vez me guardo menos cosas y digo lo que pienso, cuando antes me callaba para que  no se enfadasen. A veces me sorprendo pasando de cosas que hace años me hubieran enfadado o molestado. Eso sí, no soy todo lo súper-zen que querría. Tiempo al tiempo.

Respuestas

Después de estar tirando cosas encuentras soluciones a problemas que te planteabas o ves más claro lo que estaba dudoso.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Lecturas recomendadas II: Cabrona y Millonaria. Adina Chelminsky



ENCUADERNACIÓN: Tapa blanda
EDITORIAL: Diana
ISBN: 978-6070800382
LENGUA: Castellano

Cabrona: (adj.) Dícese de las mujeres que son directas, perseverantes y que luchan por lo que quieren hasta conseguirlo sin pretextos ni justificaciones.  Millonaria: (adj.) Mujer que aprovecha su dinero al máximo, que tiene la visión y la ambición para pensar, sin importar su situación actual, en un mejor futuro para ella y para la gente que la rodea.   Cabrona y millonaria: Mujer que usa su inteligencia (véase definición de cabrona) y toma las decisiones correctas (léase: este libro) para sacar el mejor provecho de su dinero y hacerlo crecer al máximo. Luego de despertar a su cabrona interior, Adina Chelminsky entendió cómo la palabra control es sinónimo de poder a la hora de hablar de dinero. Por esa razón, ha decidido compartir contigo todas las herramientas que te ayudarán a manejar tus inversiones, las compras compulsivas, el ahorro y las tarjetas de crédito además de tratar uno de los temas tabú de la actualidad: las finanzas en pareja.

Hace tiempo estuve buscando trucos para ahorrar e información financiera. Di con este libro y con varios blogs de finanzas mexicanos. En España hay algunas, pero menos.
Lo compré para mi e-reader y lo he leído varias veces. De hecho, acabo de hacer una relectura y lo tengo bien fresco.  Se lee muy fácilmente y está escrito de forma muy asequible, como si te diera los consejos una amiga.
En la cultura mediterránea, y por lo visto en Mexico también, es casi un tabú hablar de dinero. Está fatal visto y da la impresión de que se es una persona materialista.  Este libro intenta romper los tabús y hacer ver que preocuparse por las finanzas no es de ser egoístas, mala gente ni nada por el estilo, sino que es un hábito saludable.
El tema de las finanzas tiene doble rasero y se ve de distinta forma si se es hombre o mujer.  Un hombre ambicioso que hace mucho dinero es excitante pero una mujer así puede ser mal vista, incluso por otras mujeres. Anda que no hay novelas de Harlequin en el que el protagonista masculino es muchimillonario, y ella es a veces más pobre que las ratas. Aunque la sociedad ha evolucionado, el complejo de Cenicienta sigue en nuestro inconsciente.
Sin embargo, hay pocas novelas en que sea ella la que esté podrida de dinero y él no. Se ve bien que un hombre quiera asegurarse la posición económica y posponga casarse; en el caso de las mujeres  “se nos pasaría el arroz”. Incluso hay hombres  a los que les incomoda que sus parejas ganen más que ellos.
Nuestros padres y nuestras madres nos educan con los por si acasos, pero rara vez nos dicen: “por si acaso te divorcias”. E incluso, en mi caso, me han llegado a decir: “no te has casado y estás pensando en divorciarte”.
Animo a la lectura de este libro y a seguir los consejos. Sigo reiterando que cuidar de las finanzas no es ser egoísta, es más, unas finanzas saneadas es mejor para la familia.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Preparar las rutinas de la mañana la noche anterior



Soy una persona a la que le cuesta mucho levantarse. Voy andando por la casa como un zombie a paso de nazareno mientras intento cumplir mis rutinas y llegar al trabajo a una hora prudencial.  Envidio profundamente a quienes son capaces de levantarse de un salto y en 30 minutos asearse, vestirse y tomarse  un buen desayuno. Yo necesito al menos 45 minutos para levantarme y estar al cien por cien.
Poco a poco estoy encontrando trucos para llevarlo del mejor asunto posible. La clave está en preparar todo lo posible por la noche.

Dejar la ropa preparada

Así evito debates zombies conmigo misma diciéndome que la ropa me queda fatal. Me estreso mucho y ya me voy al trabajo de peor humor. Dejo preparado todo, incluso  la ropa interior y la mochila del deporte si voy a Pilates.

Desayuno

El desayuno es fundamental para empezar el día con energía. Si no dejo preparado nada, corro el riesgo de desayunar leche con cereales todos los días. Me he dado cuenta que varío el desayuno si me apunto la noche anterior en la pizarra qué me toca y si está en la nevera.  Si quiero una tortilla, salchichas de tofu o algo que se pueda dejar hecho el día anterior, lo dejo ya preparado. También me dejo la taza y el sobrecito de té al lado.

Tentempié a media mañana

Lo incorporaré a mi rutina cuando me reincorpore al trabajo y lo apuntaré en la pizarra. Hay que tener en cuenta el tipo de jornada que tenemos y a la hora de la comida. En mi caso,  trabajando de 7:30 a 15:00 horas y sumándole 20 minutos en cada desplazamiento, es normal tener hambre dos veces (a las 10:00 y a las 13:00).  El no llevar nada hace que uno tome por asalto las máquinas expendedoras y dicho sea, al final de mes es un dinero; o que llegue a casa con un hambre leonina y devore todo.

Acostarse a una hora prudencial

Para levantarse con energía es necesario dormir bien para cargar las pilas. Sin embargo, es muy normal desvelarse hasta las tantas viendo la tele (en muchos casos haciendo zapping para encontrar algo para ver) o en mi caso la lectura. Mi reto está en intentar acostarme a una hora que me permita un buen descanso.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Modo de empleo para evitar compras impulsivas



Antes de aprender a ser minimalista he sido maximalista. He acumulado muchas cosas y a pesar de mis limpiezas, seguía acumulando. Y algo que me ha jorobado mis finanzas por mucho tiempo han sido las compras impulsivas. Es algo que estoy corrigiendo poco a poco y os digo mis formas.


Cuánto tiempo te lleva trabajar para ganarlo


Coges tu sueldo neto, en caso de ser trabajador por cuenta ajena, o tus ingresos medios mensuales si eres trabajador por cuenta ajena. Lo divides por las horas que trabajas. Si sumas el tiempo de desplazamiento el resultado será más descorazonador. Cuando vayas a comprar algo que no necesitas, imagínate el tiempo que te llevaría ganar ese dinero. Imagínate unos clientes pesados, un jefe inaguantable, un montón de horas realizando las tareas que haces habitualmente… Esta es la mejor pregunta aguafiestas que hay.

Preguntas aguafiestas


¿Lo necesitas? Sé sincero

¿Lo puedes pagar en el acto?

Si la respuesta a una de las preguntas es no, ni te lo plantees: no lo compres.

No ir a comprar en ciertos momentos


Yo he comprobado que yendo con hambre a comprar, ansiosa, deprimida o incluso eufórica, es más probable que termine realizando ese tipo de compras. Ir con la nómina recién cobrada es otro error. En caso de que uno esté ansioso o deprimido, lo mejor es ir al campo a pasear, hacer ejercicio o quedar con un buen amigo.

Huye de la tentación


Una buena forma de no caer en la tentación es huir de ella. Ir a pasear por un centro comercial o de tiendas hace que tengas más ganas de comprar cosas.

Busca otras formas de ocio


Puedes ir al cine, al campo, de viaje, de museos… Puedes ir a ver a tu familia, viciarte a una teleserie, hacer deporte... Anda que no hay otras formas de distraerse que no sea irse de compras.

Póntelo más difícil


Si al final vas a ir a un centro comercial, evita llevar la tarjeta de crédito/débito y ve con una cantidad limitada de dinero, no demasiado elevada.

Ponlo en espera


La regla del 24 (horas), las de los tres (días) o treinta (días) tienen en común una cosa, que se deja un tiempo prudencial para esperar antes de realizar la compra. En muchos casos, al rato o a los pocos días, se olvidan muchas compras. También puede ser que visto otro día, el artículo en cuestión no sea tan interesante.

Pide ayuda


Si no consigues superarlo, puedes contárselo a un amigo que te haga de Pepito Grillo. En casos graves siempre puedes buscar un grupo de apoyo o un psicólogo.

Me lo merezco


No pongo en duda lo guay que eres. En este caso, seguro lo que te mereces más es un abrazo de una persona que te quiera, un masaje en el cuello, unas palmaditas en la espalda o un buen rato de relax.



Si a pesar de todo has caído…


No te flageles demasiado pero toma nota de por qué has podido caer. Si hay alguna cuestión de fondo (ansiedad, por ejemplo) hay que procurar resolverla. En caso ce comprar para llenar un vacío, ¿qué es lo que quieres llenar? Puedes ponerte un impuesto voluntario y guardar un porcentaje del valor de la compra. Puedes devolverlo o puedes procurar ajustar el presupuesto.



Si lo has logrado.


Yo 1 – Tentación 0.

¡Enhorabuena! Apúntalo en tu lista de logros diarios. Guarda parte del dinero para hacer algo que te guste mucho (un viaje, por ejemplo). También puedes usarlo para engordar o ayudar a crearte un fondo de emergencias.