De momento en los seis, casi siete meses que llevo haciendo
limpieza, he aprovechado para deshacerme de muchas cosas. Mis armarios,
estantes y estanterías están todavía llenos en un 75%, aunque me relaja ver el
25% vacío.
Aunque llevo genial el entra uno sale uno y todas las
semanas me deshago de varias cosas con el uno al día, me he encontrado con
dificultades para deshacerme de varios objetos. Por un lado mi práctico sentido
minimalista me recordaba que estaba ocupando un espacio muy valioso. Mi mente (el
ego) intentaba echarme hacia atrás haciéndome ver que era una barbaridad
deshacerme de esas cosas.
Un bolso de piel
Me compré un bolso de piel de marrón de rebajas. Era
precioso, la piel era de un color chocolate precioso con el mango color camel y
pequeños estampados beige. El problema es que parecía un saco y tenía el mango
pequeño. Era incómodo de llevar. Tampoco tenía cremallera, se cerraba por
arriba dejando un pequeño hueco redondo con el que se podía meter la mano sin
facilidad.
Habiendo comprado otro bolso de piel para combinarlo con el
calzado marrón (no consigo ir sin combinar bolso y zapatos por más que lo he
intentado), decidí que tener dos bolsos de piel marrones era absurdo, con uno
es suficiente.
Habré usado ese bolso unas diez o quince veces y tras dos
semanas dándole vueltas, decidí regalárselo a una amiga que lo había admirado
muchas veces.
Una caja de mármol
Hace años una amiga me regaló una preciosa caja de mármol.
El problema de caja es que es pesada como un demonio y me ha rayado algún mueble.
La quité de la vista durante unos días hasta que me decidí a abandonarla con
alevosía y nocturnidad.
El problema de ambos objetos es que en ambos casos había
desarrollado apego. En uno porque el bolso me costó bastante caro adquirirlo.
En el otro porque me lo regaló una amiga. En ningún caso he hecho foto para
ilustrar el post, lo pasado queda atrás y la vida tiene que fluir. Al perderlos
de vista, me recordé que son objetos, nosotros somos los que ponemos
sentimientos.
Lo apunté en la libreta de los logros.
¡Muy bien hecho! A mí a veces me cuesta demasiado deshacerme de cosas, aunque estén viejas y estropeadas. Menos mal que tengo días de lucidez en los que no tengo piedad alguna por los bienes materiales y los lanzo fuera.
ResponderEliminar¡Besos mil!
Es lo que me pasa a mí. Por suerte tengo cada vez más días lúcidos
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