lunes, 27 de octubre de 2014

Dificultades para deshacerme de algunos objetos II



Sigo haciendo limpieza y tirando trastos. Espero poco a poco ir desapegándome de las cosas y vaciando armarios y cajones, para quedarme con cosas que utilice, me gusten mucho y me haga feliz verlas. En estos meses, estoy aprendiendo que no necesito tantas cosas porque casi siempre utilizamos una pequeña parte de lo que hay.

Como en todos los caminos, de vez en cuando hay baches y momentos de autofustigamiento de “cómo pude hacer esto, Dios mío”. Esto me duró dos días, al tercero, lo agradecí porque limpiar la habitación fue mucho más fácil

Un cubo de ejercicios

Compré un cubo de fitness en Decathlon hace cinco años. Mi intención era hacer lo del gimnasio en casa. Lo usé unas cuantas veces y el cubo cayó en el “lo haré otro día”. Mientras, el cubo estaba ahí muerto de risa en un rincón, cogiendo polvo y ocupando un metro cúbico de espacio.

Un corsé ortopédico

He comentado alguna vez en este blog que estoy operada de la columna. Para la recuperación tenía que tener bien sujeta la espalda y me hicieron un corsé ortopédico que me costó 700 euros y usé dos meses (más de diez euros la puesta).

Ese corsé quedó en una bolsa aunque intenté venderlo alguna vez en segunda mano. Mi suegro me le pidió prestado pero no creo que cupiera en mi cinturita de sesenta y cinco centímetros de entonces.

Qué hice con ellos


Al final, tras dos semanas dando vueltas, llamé a una ONG que ayuda a rehabilitar a personas con drogodependencias. Dicha ONG tiene un rastrillo para vender objetos usados y recaudar fondos. Vinieron a casa el día convenido y se llevaron los objetos sin coste alguno para mí. Nos dimos las gracias mutuamente. Los días siguientes pensé “Dios mío, y si lo necesito”; luego pensaba “a día de hoy me podría permitir volver a comprar esos objetos si los necesitara”. Se me pasó a la hora de limpiar esa habitación y limpiar menos trastos.

El arte del desapego es algo que tengo que practicar, me gusta mucho y me hace sentir más libre.

domingo, 19 de octubre de 2014

Limpieza de productos de belleza



Al igual que el armario y la estantería de libros, el armario del cuarto de baño es otro lugar donde aplicar el minimalismo. Es un problema que en principio parece femenino, aunque la industria de la belleza ha visto en los hombres un filón. Cada vez hay más productos destinados para ellos.


El primer paso


Un día me sorprendí a mí misma abriendo el armario del cuarto de baño y miré la cantidad de productos que tenía acumulados. Un montón de cremas, maquillajes, muestras… Muchas de ellas sin haberse usado apenas o directamente sin abrir. Me entró un agobio parecido al que me produjo el armario ropero y decidí desatascar el baño. 


Se supone que después de un año sin usar, los productos pueden dar alergias o producir sensibilidad. Yo  no soy dermatóloga pero hice caso de ese consejo y empecé a llenar la bolsa. Aparté otros para regalar a personas que podrían usarlo.


Reduje a la mitad mis potingues, o potis, como lo llaman las chicas del foro Vogue. Tiré el maquillaje que llevaba tiempo sin usar, de hecho, de dos neceseres, me quedé con uno. Tengo pendiente volver a hacer otra ronda y purgar lo que siga sin usarse.



A veces tenemos demasiados potingues



Valentina, del blog Vale de Oro, se muestra muy crítica al respecto en una entrada. En ella cuenta que a las mujeres nos venden fantasías de una gran belleza en los potingues.

Aunque los productos ayudan, el mejor consejo de belleza que doy es lucir una sonrisa radiante. El brillo que ésta produce, no hay producto de belleza que lo iguale.


Organizando los “potis”


He comprobado mejor dejar uno de cada y el resto a la cola de los repuestos. Lo mejor es tener los repuestos nuevos en un lugar que recordemos fácilmente pero fuera de la lista.


Siguiente paso: evitar la acumulación


Una vez despejado el armario y respirando por ver el cuarto de baño más ligero (qué gustito) , hay que evitar llenarlo de nuevo.  Muchas veces he fracasado en esto último, tanto con la ropa, como con los potis. La tentación de comprar para llenar el espacio vacío es muy grande. 


Las simpáticas foreras de un foro que hay por Internet (no doy demasiados detalles) tienen un post para desengancharnos de la compra de productos cosméticos. En él hay unos mandamientos y códigos de conducta sobre lo que es se permite y lo que no. 
BIEN: Puedes comprar algo que se te acabe o que te salga un problema de piel y necesites un producto. 
BIEN: Que hermana te regale algo se acepta.
MAL: Comprarte la última sombra de ojos de Belleza Arrebatadora o el Perfume Súper Guay porque lo hayan lanzado al mercado y sientas que no puedes vivir sin ello. 
MAL: Comprarte algo sin necesitarlo sin ser las fechas que has elegido para darte permiso "porque te lo mereces".
Para evitar tanta privación, se puede comprar un producto (pero sólo uno, no un arsenal) en las fechas que elijas(yo elegí Reyes y mi cumpleaños).

miércoles, 8 de octubre de 2014

Técnica pomodoro



La técnica Pomodoro es un método desarrollado por Francesco Cirillo en los años ochenta. El nombre viene de los minuteros llamados pomodoro (por la forma de tomate) que se utilizan en la cocina.

En qué consiste

Se hace una lista de tareas pendientes, especialmente si son un poco pesadas o rutinarias. Con un cronómetro se pone el temporizador a veinticinco minutos.
Para mayor eficacia, concentrarse ÚNICAMENTE en la tarea que se está realizando. Evitar distracciones  como el teléfono móvil, correo electrónico, la televisión, etc. Si se termina una tarea, se empieza la siguiente.
Cuando termine el tiempo, se deja la tarea y uno se toma el descanso. Puede aprovecharse para ir al baño, hacer unas respiraciones, beber agua…
Cada cuatro pomodoros poner una pausa más larga de quince o veinte minutos.
Aunque en principio son veinticinco minutos, se puede alargar el tiempo a treinta, cuarenta minutos… o acortar según tareas.

En mi caso

Habiendo tareas de atención al público y necesitándome tanto mis superiores, en mi trabajo está totalmente descartado.
Sin embargo, me ha dado muy buen resultado para tareas como el estudio o las tareas de casa. En este último caso, veinticinco minutos concentrados en la limpieza da para mucho. Está genial para tomar conciencia de cuánto tiempo nos da para realizar la tarea X.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Libreta de logros



Casi paralelamente a empezar a usarla, Eliza Erbli, en su blog No quiero otro pijama publicó un artículo similar.
A diferencia de otros usuarios que utilizan libretas primorosas, la mía es un cuaderno de propaganda de Orange que andaba rondando por casa. Antes de dejarle morir de risa en un cajón, me decidí a utilizarlo.
En un intento de motivarme para los días en que me siento poco más que la persona más inútil del mundo, me decidí a apuntar mis logros por pequeños que fueran. En muchos casos mis logros son: no procastinar demasiado, conseguir controlarme a la hora de gastar dinero, cumplir con mi lista de tareas… Son pequeñas cosas que si se cuentan, suman muchos pequeños logros. Hay veces que cuando consigo algo, me digo a mi misma: “lo apuntaré en mi libreta de logros”. Mentalmente me doy la palmadita en la espalda.
Reconozco que han pasado días sin apuntar nada, pero intento volver a anotar cosas cuando me acuerdo.
¿Tenéis vosotr@s algo parecido?